lunes, 25 de febrero de 2013

EL ASCO INDECIBLE - MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ




Y a la hora del recuento de los motivos, pretextos y provocaciones de ese asco indecible, algo que se revela dramáticamente cierto: la indignación permanente por nuestros propios asuntso nos impide muchas veces asomarnos a la ventana y darnos cuenta de que, más lejos o más cerca, hay hambrunas, miseria radical e irredimible, matanzas, de que la gente que está aquí mismo y a la que se le cicatea asistencia médica, a la que se trata con desprecio, ha huído de esa miseria o de esa violencia, de que no eres el único que vive amenazado por la violencia de los porristas ni por las maniobras del crimen organizado de guante blanco que empobrece.



Leyendo El Asco Indecible de Miguel Sánchez-Ostiz no podía evitar imaginarme a su autor paseando por los escenarios a los que nos tiene acostumbrados en muchas de sus novelas y también en su blog personal, las calles de su Pamplona natal, las trochas y veredas de los alrededores del Baztan e incluso en Bayona, bajo los poches... Lo hacía sin otra intención que situar el momento donde mi imaginación, y no otra cosa, ubica a MSO mascullando ese asco diario que desde un tiempo a esta parte parece ser compañero exclusivo de los paseos de miles de ciudadanos. Y lo hacía porque es en ese precisamente en ese momento del día en el que uno echa a andar tras desayunar con el periódico a un lado o antes del atardecer como huyendo de lo que ha cundido el resto del día en esta afluencia de malas noticias, acopio de todo tipo de atropellos y despropósitos, desfile sin fin de personajes cada cual más infame y ruin, cuando me imaginaba al autor rumiando las ideas o impresiones que luego irían de seguido al papel.

Puede que no sea así, que no tiene por qué, claro que no; pero, a mí me vale como imagen para explicar que este libro no es uno de tantos dispuesto a explicarnos con todo lujo de detalles y con la ayuda de las teorías más sesudas sacadas de la chistera del experto de turno, la crisis, la maldita crisis en todos los aspectos que atañen no sólo a la economía sino también, puede que ya sobre todo, a la manera como hemos concebido hasta ahora las relaciones entre la ciudadanía y sus supuesto representantes, el modo cómo una elites políticas y económicas han utilizado todos los resortes del poder para enriquecerse a costa de la mayoría.  Aquí no hay Krugman con Nobel o sin él que valga, o bróker que se cuelgue la medalla del “yo ya lo avise, mientras me forraba yo también, pero ya lo avisé”. Aquí está el escritor como un ciudadano más vertiendo según el día o el momento su perplejidad, desengaño, escepticismo o simple y pura mala leche al calor de unas noticias que, en cierta manera, no hacen sino pintar todavía un poco más oscuro esta realidad que nos ha tocado en suerte y cuyas negruras, si bien vienen de lejos o puede que siempre estuvieran ahí pero todos hacían la vista gorda porque en tiempos de bonanza el que pone la nota discordante da de inmediato en listillo o cascarrabias y hasta se arriesga a acabar en el pilón como todo aquel que osa venir a joder las fiestas del pueblo.

Creo que ahí reside precisamente el atractivo de este libro de notas, en la sencillez de su propuesta, apenas otra cosa que un inventario del cabreo cotidiano, lo cual ya a mi entender ya es mucho. Para empezar mucho más complicado incluso que uno de esos libros de expertos en tal o cual materia, éstos, por lo general, para confeccionarlos sólo tienen que tirar de los manuales de sus respectivos ramos y también, o en especial, de sus convicciones ideológicas o puede que tan sólo disciplinales. No es que estén mal, que no, sólo son otra cosa. En cambio, en el caso de esta especie de dietario se impone el equilibrio entre los ingredientes que lo componen y que vienen detallados en la contraportada como comentarios a bote pronto, apostillas en caliente, andanadas y exabruptos.  Se impone porque con dichos ingredientes el resultado del guiso podía haber resultado harto pesado, indigerible, esto es, un puro y vulgar panfleto. Y no lo es, no ya un panfleto, que así de entrada no creo que sea género que haya que rechazar sino más bien todo lo contrario, sino uno malo por excesivamente maniqueo o fatuo. El Asco Indecible no lo es porque su tono y contenido rebosan sinceridad y sensibilidad. El autor no se oculta, sabe donde pone la pluma y que a la hora de hablar de la realidad está obligado a presentarse con su correspondiente bagaje de dudas, prejuicios y las mismas limitaciones para aprehender esa realidad que el resto. Para ello no tiene otra herramienta que su muy personal estilo literario, y del que yo personalmente destaco y con creces ese pujo por imprimir sinceridad a todo lo que escribe, por no dejarse arrastrar por la afectación del que pretende ver las cosas desde una tribuna. Más bien todo lo contrario, MSO la mira desde la misma altura desde la que estamos casi todos los demás y eso se nota y agradece porque él lo hace poniéndole buena letra. No podía ser de otra cosa porque estamos hablando de un autor consagrado cuyas cualidades y logros se descubren con asomarme sólo un poco, un rato, a cualquiera de sus obras (Las pirañas, Barcelona, Seix Barral, 1992. Un infierno en el jardín, Barcelona, Anagrama, 1995.La caja china, Barcelona, Anagrama, 1996. No existe tal lugar, Barcelona, Anagrama, 1997. [Premio Nacional de la Crítica, 1998]. La flecha del miedo, Barcelona, Anagrama, 2000. El corazón de la niebla, Barcelona, Seix Barral, 2001. En Bayona, bajo los porches, Barcelona, Seix Barral, 2002.La nave de Baco, Madrid, Espasa Calpe, 2004. El piloto de la muerte, Madrid, Espasa Calpe, 2005. La calavera de Robinson, Irún, Alberdania, 2007.Cornejas de Bucarest, Pamplona, Pamiela, 2010. Zarabanda, Pamplona, Pamiela, 2011.)

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