lunes, 12 de junio de 2017

POR SATIE YO MATO


Hoy me han invitado a asistir a la clase de piano del enano para ver cómo ensaya para el miniconcierto que tiene la semana que viene en el salón de actos de un colegio del barrio a modo despedida del curso. No ha estado mal, tiene que ensayar mucho, pero lo conseguiremos, siempre y cuando, ya le he dicho, disfrute de verdad con lo que hace.

Y en eso que nos hemos vuelto a casa en coche escuchando las Gimnopedias de Satie. Como suelo ponerle música de piano para que haga oído creo que ya reconoce a Chopin; de modo que, ni corto ni perezoso me sale con que prefiere al franco-polaco. Ha habido un momento de tensión porque yo soy muy de Satie y el Chopin se me antoja música para nadar entre medusas; pero, no te jode que va el enano y me suelta que el Satie es muy monótono, peor todavía, un verdadero coñazo. Y yo que ahí reside precisamente el embrujo de su música como una ecuación matemática. En fin, suerte que teníamos a Schumman a mano en varios CDs, que de lo contrario no sé en qué habría acabado la discusión, ya que si el enano es terco de cojones no es precisamente porque le venga por generación espontánea, digo yo.


Y en eso estábamos cuando al ir a bajar del coche del garaje me empiezo a preguntar si este tipo de discusiones son muy normales entre un puto crío de siete años y el garrulo de su padre; vamos, que no le he castigado sin cenar cuando me ha salido con lo de que casi prefiere antes el bolero de Ravel a Satie de puro milagro.

Puede, no sé, más raro resulta escuchar en un anuncio de la tele una versión descarada del Ellos Dicen Mierda de la Polla Records, y tampoco pasa nada.

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