En el recóndito valle asturiano del Pus, y más en concreto en el concejo homónimo compuesto por las aldeas de Liendres, Orines, Pestes, Porcinos, Arcadas y su capital Pola de Cucho, sus habitantes se cambiaban de muda todos los dias y tenían por costumbre ducharse varias veces al día. Y aún así no conseguían explicarse el escaso éxito de su oferta hotelera.
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